El sueño, que Mary Ann Alvarado concibió en su adolescencia es hoy una hermosa realidad, que la coloca a la cabeza de los jóvenes orfebres de Venezuela. En sus manos, las piedras semipreciosas y los metales como plata, cobre y bronce se transforman en bellas obras de arte.

Cuando tenía 15 años, Mary Ann, visualizó su proyecto de vida: un taller, donde sus ideas adquirieran formas tangibles y que fuera capaz de atraer a la gente. Es así, como en el año 2003, después de recibir el título de Economista, en la Universidad del Zulia, dedicó todo su esfuerzo a construir su empresa. Hoy, años después, nos revela, que toda su energía está puesta en dejar un legado con su trabajo tanto en la cultura de su ciudad natal como en los nuevos diseñadores se han inspirado en su labor.

–La orfebrería, afirma, es para mí algo muy especial. Está ligada a mi esencia como ser humano. Me permite interactuar con el cliente: ya sea, un diseñador de moda, una novia o una quinceañera, cualquiera que luzca sus piezas. Sus ideas y las mías se conjugan para crear piezas únicas. En cada una de ellas hay una parte de mí.

Cuando hago una tiara, corona u otro tipo de accesorio suelto mi imaginación. Me gustan las formas asimétricas, son un rasgo distintivo de mis obras, pero dominante. La asimetría es más versátil, sin embargo, hay que usarla de manera acertada que sea un elemento armónico que enriquezca la obra. Un accesorio puede resaltar o arruinar un buen traje. Es por ello que la comunicación y asesoramiento al cliente es vital.

En cada alambre de plata, cobre y bronce hay posibilidades infinitas de crear. En mis piezas, le doy a cada elemento la importancia que merecen. En ellas el cliente puede apreciar el diseño que él imaginó.

La orfebrería, enfatiza, es mi pasión-.